¡Feliz DíaComún!
En algún lado, en algún lugar…Todos los días es Navidad.
Y créanme cuando les digo que es algo terrible.
En un mundo distinto al tuyo, casi cada día del año, los niños se despiertan para encontrar juguetes bajo un árbol de Navidad permanente. Como siempre están allí, como es algo común y cotidiano, simplemente los dejan en su lugar la mayor parte del tiempo, sin abrir, sin jugar. De todas maneras, habrá más el día siguiente.
El árbol en cuestión no es más que otra pieza más de mobiliario, como un taburete o un sillón, y se cambia cada mes cuando las agujas están secas y de color marrón. Los festivos adornos de colores metálicos y las luces parpadeantes pierden su esplendor cuando son parte de la decoración de fondo de tu día a día. Esta allí en un rincón o en medio de la sala, solo lo notas cuando evitas tropezar con él en camino a la cocina.
Hablando de la cocina, en ella el olor a pavo asado, galletas de azúcar y ponche de frutas es sinónimo de que hoy comeremos lo mismo de siempre. Ollas de Romeritos con torta de camarón, Bacalao, ensalada de manzana y de Nochebuena, se calientan y recalientan en las estufas solo para ser substituidos por más en cuanto se terminen. Los únicos dulces disponibles son colaciones, turrones, mazapanes, pasteles de fruta, budines y galletas de navidad. Los pavos y los gansos son los animales que más se crían en las granjas, seguidos de los cerdos por sus lomos y sus piernas. Aunque todo el mundo tiene que comer y en grandes cantidades, siempre es lo mismo.
Y esta la eterna monserga de la posada y eso de romper la piñata, comprar regalos para todo el mundo todos los días para el intercambio del trabajo y todas esas tarjetas que bloquean el buzón cada día. Todos los días hay que ir a medianoche a Misa de Gallo.
No se puede cambiar de canal en la TV sin ver “Its a Wonderful Life”, “How The Grinch Stole Chritsmas”, “Jeux Nöel” o “Santa Clos” entre otras muchas películas de Navidad; todas las series únicamente tienen capítulos de la temporada. La Radio solo programa villancicos y canciones tradicionales, con sus cientos y cientos de versiones e intérpretes. Bing Crosby es más famoso que Justin Bieber. Los conflictos armados están indefinidamente pospuestos.
En este mundo vestido de rojo, verde y dorado, toda la gente está sonriendo aunque no quiera, saludándose, abrazándose y deseándose “Felices Fiestas” con sonrisas forzadas bajo las series de luces que recorren fachadas y calles. Beben para distraerse e intentar olvidar su entorno más que por el gusto de celebrar que llegaron con bien al final del año. Es una distopica sociedad en donde la barbada y alegre imagen de Santa Claus les observa en cada esquina, como un chapeteado y rollizo Hermano Mayor Orwelliano.
Son 364 Noches de Paz.
Noches de Amor.
Pero todo cambia un solo día, un esperado momento por el que vale la pena aguantar en engorroso agorzome Navideño: El DíaComún.
Una noche al año, la gente se puede quitar su bufanda, encerrarse en su casa y felizmente ignorar los sentimientos del prójimo, pueden enojarse por nimiedades e insultar a gritos al vecino, al que se les atravesó en el tráfico o al que le empujo en el transporte público. Duermen a la hora que quieren y pueden guardar el árbol o cubrirlo como si no existiera. Las luces se apagan, no hay motivo para demostrar el cariño por nuestros seres queridos, nadie agradece por los bienes y buenos momentos del año y se ensimisman en problemas banales, deseando seguridad y comodidad solo para ellos y nadie más. Pueden ser egoístas, mezquinos y cretinos, logrando ser uno más de la multitud de caras que se pierden en la muchedumbre y que solo quieren llegar a casa y ver “Reality Shows”, películas de acción de alto presupuesto y poca substancia y telenovelas que alimentan sus sueños secretos de belleza, riqueza y ser mejores que los demás por las razones más superficiales y esperar tener otro día idéntico tras otro.
Escuchan reguetón, banda, cumbia, salsa y chachachá; rock, rap, baladas cursis y estridentes guitarrazos de death/speed/black Metal. Nada de cuentos, poesías, letanías y villancicos.
¡Que dicha preocuparse solo por uno mismo! ¡Qué alegría poderle dar la espalda a los demás! Los niños no tienen que portarse bien por ningún motivo, se acuestan a la hora que quieren y hacen travesuras solo porque están aburridos y sus papás no le hacen caso. Y la comida es lo mejor: Hot Dogs, tacos de canasta, botanas, papitas, sopas instantáneas, galones de refresco y cerveza y tortas de tamal en la mañana.
Como quisiera la gente de este mundo que todos los días fuera DíaComún.
Pero si así fuera, ¿qué tendría este día de especial? ¿Que tendrían que esperar durante todo el año?
Claro que, nada ni nadie les impide hacer estas cosas el resto del año, en cualquier momento pueden adoptar estas actitudes y esta forma de vida, preparar y comer este tipo de comida y quitar los adornos, y no comprar ni dar un solo regalo. Pero no es lo mismo, no sabe igual, no se disfruta igual.
¿Quién los puede culpar?
Que todos sus sueños de DíaComún se hagan realidad…o no.
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